Mi padre y mi esposa nunca se llevaron bien, pero cuando él tuvo un accidente y entró en coma, ella siempre me acompañó al hospital. Le llevábamos flores y pasábamos horas hablando con él, con la esperanza de que nos oyera.
No solo mi esposa y yo visitamos a papá. Mi madre, mi hija y mi hermano también estaban allí.
Oramos por su recuperación porque él era nuestra roca, la persona más importante en nuestras vidas y alguien en quien siempre podíamos confiar sin importar lo difíciles que se pusieran las cosas.
Pasaron las semanas, y justo cuando empezábamos a perder la esperanza de que algún día regresara, apretó la mano de mi mamá.
Fue una buena señal y el primer paso hacia su recuperación completa.
Finalmente, despertó del coma.
No podríamos estar más orgullosos del luchador que era.

Una vez que pudo hablar, aunque al principio lo hizo despacio y sin entender, estábamos ansiosos por saber qué había visto mientras dormía. Con voz tranquila, dijo: «Tu esposa estuvo aquí», y miró directamente a Leah, mi esposa.
Pareció quedarse paralizada. Era como si no esperara que mi padre revelara algo así.
—Conozco a ese papá —dije—. Siempre estuvo aquí conmigo.
—No —apenas dijo mi padre—. Estaba aquí con Jared.
Jared era mi hermano y, según palabras de mi padre, mientras estaba en coma, mi esposa y mi hermano lo visitaron juntos y yo no estaba al tanto de eso.

Jared parecía dolido al tocarse la nuca. Intentó bromear para cambiar de tema, pero nadie rió.
“¿Qué pasa?”, pregunté mientras me giraba hacia Leah.
Leah dijo que sentía la necesidad de hablar con mi padre, con la esperanza de que la oyera y que Jared solo la ayudaba a reconciliarse con él tras años de distanciamiento. Lamentaba todas las discusiones que había tenido con mi padre, y ahora que estaba en coma, temía no tener la oportunidad de disculparse.
Jared confirmó su historia.
Mi papá me miró y dijo: “Hijo, hay más en la historia…”
Le rogué que me lo contara todo, y me dijo que Leah realmente intentaba conectar con él. Le hablaba de fútbol y le leía revistas deportivas. Compartió aspectos de su vida personal y repitió muchas veces cuánto lamentaba las peleas.
Mi padre luego dijo que vio una faceta de Leah que nunca supo que existía.
Me sentí aliviado.
Mi familia finalmente estaba en el lugar que siempre estuvo destinado a estar.
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