Nací con privilegios, pero ansiaba un propósito. El amor, en mi mundo, era una transacción, hasta que conocí a Maya.
Una pintora sin pedigrí, solo verdad en sus ojos y color en sus manos. Me vio a mí, no a la fortuna.
Me alejé del legado y de las expectativas, eligiendo pisos crujientes en lugar de pasillos de mármol, la autenticidad en lugar de la imagen.
El mundo dice que lo dejé todo, pero con Maya, finalmente me convertí en algo real.
El amor no me costó mi imperio. Me dio un alma.
Để lại một phản hồi