
Sasha se fue de vacaciones a la playa y llevó a su esposa embarazada, Lika, al pueblo para que su suegra trabajara en un huerto. Y cuando regresó…
—Lika, vamos, sabes que yo también necesito un descanso —dijo mientras metía su bañador y su protector solar en una bolsa.
—¿Y yo qué, Sasha? —preguntó Lika—.
Tengo seis meses de embarazo, ¿y me mandas a casa de tu mamá… a trabajar en el jardín?
—Mamá te ayudará. El aire fresco te sienta bien —dijo mientras preparaba su maleta.
Lika no se lo explicó. Sabía que, una vez que Sasha tomaba una decisión, no había vuelta atrás. Siempre se priorizaba a sí mismo.
—Seguro que cansaste a tu marido y se fue a descansar un rato —susurró su suegra, entregándole a Lika una pala vieja.

—No, tía Nina, acepté esto —respondió Lika en silencio.
El calor era cruel, el aire impregnaba el olor a tierra. Lika cavó, aun con el dolor de espalda y las piernas hinchadas. Cuando se volvía insoportable, se sentaba en el borde del arriate y se frotaba suavemente la barriga.
“Aguanta, cariño… solo un poquito más…”
Por las noches oía a su suegra chismorreando con una vecina.
¡Qué perezosa! ¡Las mujeres solían dar a luz en el campo y volver al trabajo enseguida! ¡Mírala ahora! ¡Se porta como una reina!
“¡ Hola
, Lika!” dijo con indiferencia, dándole un rápido beso en la mejilla, sin mirar lo hundida que se veía ni lo apagados que se habían vuelto sus ojos.
Lika se quedó en silencio mientras él seguía divagando.
¡Las playas estaban increíbles! Camarones, cócteles… La próxima vez, iremos juntos…
De repente, ella lo interrumpió.
—Sasha, me voy.
“¿Qué?”
“Dije: me voy.”
Él se rió a carcajadas.
¿En serio? Lika, deja de hacerte el gracioso. No lo lograrás sin mí.
Por primera vez en mucho tiempo, ella sonrió.
—Bueno, Sasha… creo que lo averiguaré.
Ella se dio la vuelta y se alejó, sintiéndose verdaderamente libre por primera vez en su vida.
Libertad
Lika no sabía adónde quería ir. Tenía poco dinero, ahorrado en el pueblo. Su maleta con ropa de bebé seguía en su apartamento, pero decidió no volver.
Su amiga Oksana, al enterarse de que había dejado a Sasha, inmediatamente le proporcionó un lugar donde quedarse.
—Lika, ¡ni lo pienses dos veces! Tengo una habitación libre. Quédate el tiempo que necesites.
Por primera vez en meses, Lika durmió tranquilamente.
Sasha pierde el control

Al principio, Sasha no lo creyó. Llamó, envió mensajes e incluso fue a casa de Oksana, pero ella no lo dejó entrar.
—Ella ya no es tu sirvienta —dijo Oksana.
Aún así, Sasha siguió intentándolo.
“Lika, lo siento”, dijo por teléfono cuando ella finalmente se recuperó. “Fui un tonto. Lo arreglaré todo. Vuelve, las cosas cambiarán”.
Lika permaneció en silencio.
“Te extraño… Por el bebé, Lika…”
Ella agarró el teléfono.
“¿Me extrañas… o simplemente tienes miedo de estar solo?”
Silencio.
“Te amé…” dijo.
«Y me amaba cada vez menos cuando estaba contigo», murmuró, y colgó.
Una nueva vida
El parto no fue fácil. Sin embargo, cuando abrazó a su hijo por primera vez, comprendió que todo había valido la pena.
Encontró trabajo, aunque no de inmediato. Oksana la ayudó, sus amigos la apoyaron y, poco a poco, Lika aprendió a vivir de nuevo.
Sin embargo, Sasha intentó regresar, con juguetes y promesas.
He cambiado, Lika. De verdad…
Puedes ver a tu hijo. Pero yo ya no soy tuyo.
Lika cerró la puerta detrás de él y sonrió.
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