

Un hombre y una mujer ancianos estuvieron casados durante años aunque se odiaban.
Cuando se enfrentaban, se oían gritos y alaridos hasta bien entrada la noche. Los vecinos, que eran los que más temían al hombre, oían una constante queja: “¡Cuando muera, cavaré para salir de la tumba y volver a atormentarte el resto de tu vida!”.
Creían que practicaba magia negra y era responsable de la desaparición de gatos y perros, y de ruidos extraños a toda hora. Era temido y disfrutaba del respeto que le inspiraba.
Murió repentinamente en extrañas circunstancias y el funeral tuvo el ataúd cerrado. Tras el entierro, la esposa fue directamente al bar local y empezó a festejar como si no hubiera un mañana.
La alegría de sus acciones se volvía extrema mientras sus vecinos se acercaban en grupo para hacerle estas preguntas: “¿No tienen miedo? ¿Preocupados? ¿Inquietos? ¿De que este hombre que practicaba magia negra y que dijo que al morir cavaría para salir de la tumba y volver a atormentarlos el resto de su vida?”
La esposa dejó su bebida y dijo: «Que el viejo cave. Lo mandé a enterrar boca abajo».
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