Un anciano se acerca al mostrador de una casa de empeños con una guitarra vieja y desgastada.

Un anciano se acerca al mostrador de una casa de empeños con una guitarra vieja y desgastada: «Me gustaría saber su opinión experta sobre esta guitarra. ¿Cuánto cree que vale?», pregunta el anciano.

El prestamista lo mira de arriba abajo.

Bueno, ahora mismo puedo ver que el mástil está un poco deformado, la laca está descolorida y tiene arañazos y abolladuras por todas partes. Es una guitarra vieja y muy usada, pero no creo que valga más de veinte dólares.

El anciano extiende la mano y dice:

“Está bien, si eso es lo que crees que vale, ¡trato hecho!”

“¡Genial!” responde el prestamista, estrechándole la mano.

“Aquí tienes veinte dólares”, dice el anciano.

“¡Lo compro ahora mismo!”

El corredor se detiene y de repente parece confundido.

“Espera, ¿comprar?”, pregunta.

“¡Sí!” sonríe el anciano mientras da vuelta la guitarra.

“Este tiene un precio de etiqueta de $150, pero ahora que tengo tu opinión honesta, creo que veinte dólares es una gran oferta”.

¡¡JAJAJA!!

¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!


Un anciano que acaba de mudarse a Montana.

Un viejo vaquero que acaba de mudarse de Texas a Montana entra a un bar y pide tres tazas de Bud.

Él se sienta en la parte de atrás de la sala, bebiendo un sorbo de cada uno, por turno.

Cuando los termina, vuelve a la barra y pide tres más.

El camarero se acerca y le dice al viejo vaquero: “Sabes, una taza se desinfla después de servirla. Sabe mejor si compras una a la vez”.

El anciano responde: «Bueno, tengo dos hermanos. Uno está en Arizona y el otro en Colorado. Cuando salimos de nuestra casa en Texas, prometimos beber así para recordar los días que bebimos juntos. Por eso bebo una cerveza por cada uno de mis hermanos y una por mí».

El camarero  admite que es una bonita costumbre y lo deja ahí.

El anciano se convierte en un cliente habitual del bar y bebe siempre de la misma manera.

Él pide tres tazas y las bebe por turnos.

Un día entra y sólo pide dos tazas.

Todos los habituales se dan cuenta y guardan silencio.

Cuando regresa a la barra para la segunda ronda, el camarero dice: “No quiero entrometerme en su dolor, pero quería ofrecerle mis condolencias por su pérdida”.

El anciano parece bastante confundido por un momento, luego la luz se ilumina en sus ojos y se ríe.

“Oh, no, todo el mundo está bien”, explica.

“Es solo que mi esposa y yo nos unimos a la Iglesia Bautista y tuve que dejar de beber”.

“Aunque a mis hermanos no les ha afectado”.

¡¡JAJAJA!!

¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!

Hãy bình luận đầu tiên

Để lại một phản hồi

Thư điện tử của bạn sẽ không được hiện thị công khai.


*