

Un hombre camina tambaleándose por el bosque, totalmente borracho, cuando se encuentra con un predicador que está bautizando a la gente en el río.
Él procede a caminar hacia el agua y luego choca con el predicador.
El predicador se da la vuelta y casi lo domina el olor a alcohol. Entonces le pregunta al borracho: “¿Estás listo para encontrar a Jesús?”. El borracho responde: “Sí”. Así que el predicador lo agarra y lo sumerge en el agua. Lo levanta y le pregunta: “Hermano, ¿has encontrado a Jesús?”. El borracho responde: “No, no he encontrado a Jesús”.
El predicador, impactado por la respuesta, lo sumerge de nuevo, pero esta vez por un rato más. Lo saca del agua y le pregunta: “¿Has encontrado a Jesús, hermano?”. El borracho responde: “No, no he encontrado a Jesús”.
Para entonces, el predicador, desesperado, volvió a sumergir al borracho en el agua, pero esta vez lo sujetó durante unos 30 segundos. Cuando el borracho empezó a patalear, el predicador lo levantó. El predicador le preguntó de nuevo: «Por el amor de Dios, ¿has encontrado a Jesús?».
El borracho se seca los ojos, recupera el aliento y le dice al predicador: “¿Estás seguro de que aquí es donde se cayó?”

Un niño pequeño tenía miedo a la oscuridad.
Una noche su madre le dijo que saliera al porche trasero y le trajera la escoba.
El niño se volvió hacia su madre y le dijo: «Mamá, no quiero salir. Está oscuro».
La madre le sonrió tranquilizadoramente a su hijo. «No tienes que tenerle miedo a la oscuridad», le explicó. «Jesús está ahí fuera. Él te cuidará y te protegerá».
El niño miró a su madre con expresión confusa y preguntó: “¿Estás segura de que está ahí afuera?”
Sí, estoy segura. Está en todas partes y siempre está dispuesto a ayudarte cuando lo necesites —dijo.
El niño pensó en eso un momento y luego fue a la puerta trasera y la entreabrió un poco. Asomándose a la oscuridad, gritó: “¿Jesús? Si estás ahí fuera, ¿me podrías pasar la escoba?”.
Una maestra de escuela dominical de niños en edad preescolar
Le preocupaba que sus alumnos pudieran estar un poco confundidos sobre Jesucristo debido al énfasis que se daba en su nacimiento durante la Navidad. Quería asegurarse de que entendieran que el nacimiento de Jesús ocurrió hace mucho tiempo, que él creció, etc.
Entonces preguntó a su clase: “¿Dónde está Jesús hoy?”
Steven levantó la mano y dijo: “Está en el cielo”.
María fue invocada y respondió: “Está en mi corazón”.
El pequeño Johnny, agitando la mano furiosamente, exclamó: “¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Está en nuestro baño!”.
Toda la clase se quedó en silencio, mirando al profesor, esperando una respuesta. El profesor se quedó completamente desconcertado durante unos largos segundos. Finalmente, reaccionó y le preguntó a Juanito cómo lo sabía.
Y el pequeño Johnny dijo: “Bueno… todas las mañanas, mi padre se levanta, golpea la puerta del baño y grita: ‘Dios mío, ¿sigues ahí?’”.
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