

Un médico chino se mudó a Estados Unidos, pero no consiguió trabajo en un hospital. Así que decidió abrir su propia clínica y colgó un cartel en el exterior que decía:
“Recibe tratamiento por $20. Si no te curas, ¡te devolvemos $100!”
Un día, un abogado estadounidense vio el cartel y pensó: “¡Dinero fácil!”. Así que entró.
Abogado: “Doctor, he perdido el gusto”.
Doctor: “Enfermera, traiga la medicina de la caja número 22. Ponga tres gotas en la boca del paciente”.
Abogado: “¡Uf! ¡Eso es queroseno!”
Doctor: “¡Felicidades, ha recuperado el gusto! Serán 20 dólares”.
Molesto pero sin darse por vencido, el abogado regresó unos días después.
Abogado: “He perdido la memoria. No recuerdo nada”.
Doctor: “Enfermera, traiga la medicina de la caja número 22 y póngale tres gotas en la boca”.
Abogado: “¡Oiga, eso es queroseno! ¡Me lo dio la última vez!”.
Doctor: “¡Felicidades, ha recuperado la memoria! Serán 20 dólares”.
Ahora furioso, el abogado regresó una última vez, decidido a ganar los 100 dólares.
Abogado: «Doctor, tengo la vista muy mal. ¡No veo nada!».
Doctor: «Lo siento, no tengo medicina para eso. Aquí tiene sus 100 dólares».
El médico le entregó un billete de 20 dólares.
Abogado (bizqueando): “¡Oye, espera! ¡Solo son 20 dólares, no 100!”.
Doctor: “¡Felicidades, has recuperado la vista! Serán 20 dólares”.
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