

Dos bellas sureñas estaban charlando en el porche de una gran mansión de columnas blancas.
La primera dama dijo con orgullo: “Cuando nació mi primer hijo, mi esposo me construyó esta hermosa mansión”.
El segundo sonrió y respondió: “Bueno, ¿no es agradable?”
El primero continuó: “Cuando nació mi segundo hijo, me compró ese hermoso Cadillac que está afuera”.
Nuevamente la segunda mujer respondió: “Bueno, ¿no es agradable?”
“Y cuando nació mi tercer hijo”, dijo el primero con una sonrisa, “me regaló este deslumbrante brazalete de diamantes”.
La segunda dama, como siempre, respondió dulcemente: “Bueno, ¿no es agradable?”
Ahora, curiosa, la primera mujer preguntó: “¿Qué te dio tu marido cuando tuviste tu primer hijo?”
Con una sonrisa maliciosa, el segundo respondió: “Me envió a la escuela de encanto”.
¡¿Escuela de encanto?! ¡Por Dios, niña! ¿Para qué?
La segunda señora se inclinó y dijo: “Así que, en lugar de decir ‘¿A quién le importa?’, aprendí a decir ‘Bueno, ¿no es genial?’”.
¡¡JAJAJA!!
¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!
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