

En un acogedor parque de casas móviles de Florida, vivían un viudo anciano y una viuda que se conocían desde hacía muchos años.
Una noche, se encontraron en una cena comunitaria, sentados uno frente al otro en la misma mesa en el centro de actividades.
Mientras la comida avanzaba, la miró con admiración. Finalmente, armándose de valor, se inclinó y preguntó: “¿Quieres casarte conmigo?”.
Tras una breve y dramática pausa —seis segundos enteros de silencio reflexivo—, respondió: «Sí. Sí, lo haré».
Con sonrisas y algunas palabras amables, terminaron su comida y finalmente regresaron a sus hogares.
Pero a la mañana siguiente, lo asaltó una idea inquietante. ¿Había dicho “sí” o “no”? Simplemente no lo recordaba. Por mucho que lo intentara, no recordaba su respuesta; ni siquiera un atisbo de memoria.
Nervioso, cogió el teléfono y la llamó. Disculpándose por su olvido, le explicó que últimamente le costaba recordar cosas. Luego, tras un breve repaso, preguntó: «Cuando te propuse matrimonio anoche, ¿dijiste que sí o que no?».
Ella respondió con una risa cálida: “Dije ‘Sí, sí, lo haré’, y lo dije con todo mi corazón”.
Luego, con un poco de alivio, añadió: “Y estoy tan contenta de que hayas llamado porque no podía recordar quién me había preguntado”.
¡Jajaja! ¡Qué lindo!
¡Espero que este chiste te haga sonreír! ¡Que tengas un buen día!
Để lại một phản hồi