

Llovía a cántaros. Y allí, de pie frente a un gran charco fuera del pub, estaba un anciano irlandés, empapado, sosteniendo un palo con un trozo de cuerda colgando en el agua.
Un transeúnte se detuvo y preguntó: “¿Qué haces?”.
“Pescando”, respondió el anciano.
El caballero, compadecido por el anciano, le dice: “Entra y resérvate de la lluvia y tómate una copa conmigo”.
En el calor del pub, mientras saborean sus whiskies, el caballero no puede resistirse a preguntar: “Entonces, ¿cuántos habéis pescado hoy?”.
“Eres el octavo”, dice el anciano.
Để lại một phản hồi